En general, podemos encontrar dos grandes tendencias en cuanto al conflicto en la empresa. Una es la de no confrontarlo o negarlo y la otra es buscar el conflicto. Ambos aspectos pueden ser grandes extremos y crean dificultades. Hay que optar, más bien, por un punto medio; entender que el conflicto existe porque las dificultades existen, porque los choques de comunicación o personalidad existen.

Los conflictos suceden en las familias, en las empresas. Negar el conflicto es quizá un poco fantasioso, pero enfrentar todas las dificultades que se nos presentan también es muy cansado, desgasta a las organizaciones y a las personas. La otra posibilidad es el manejo del conflicto, aprender a controlarlo.

En los conflictos hay que saber reconocer que existe una limitación, que no somos omnipotentes, sino que tenemos un alcance que nos permite resolver ciertos conflictos y vivir con otras dificultades que no podemos resolver. Aprender a resolver el conflicto significa sacar lo mejor de cada uno de nosotros para alcanzar objetivos comunes.

En las empresas familiares hay un agravante, que es el lado emocional. Si el conflicto existe, puede darse de dos maneras: racional y emocional.

El conflicto racional tiene que ver con desavenencias en las cuales, vía la razón, logramos llegar a acuerdos. El conflicto emocional son todos aquellos sentimientos o perspectivas que de alguna manera sabemos que son equivocados de manera racional, pero que existen en la realidad. Este conflicto aparece generalmente en la empresa familiar.

La realidad emocional del ser humano está ahí, pero se puede trabajar individualmente y aceptar al otro como es. Tenemos que aprender a hablar del conflicto en el lugar y en el momento adecuado, y llevarlo a la mesa de diálogo cada que sea necesario para resolverlo.

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