Falta de formación sobre inteligencia artificial
En México, uno de los mayores retos es la falta de formación sobre el alcance y las posibilidades de la inteligencia artificial. No se trata únicamente de herramientas como ChatGPT; el ecosistema es mucho más amplio. Por ejemplo, el año pasado, en tan solo una semana, se lanzaron más de 800 nuevas aplicaciones. Esto exige tiempo, dedicación y la capacidad de generar valor. No se requiere ser un gran inventor, sino un gran integrador: tomar lo que ya existe, adaptarlo y aplicarlo estratégicamente al negocio.
Retos para las empresas mexicanas
Al analizar qué necesitan las empresas para avanzar en la adopción de inteligencia artificial, se observa que, aunque existen corporaciones globales desarrollando soluciones sofisticadas, el verdadero desafío radica en cómo aplicar estas tecnologías en empresas mexicanas pequeñas y medianas. El problema se divide en dos frentes: por un lado, no se cuenta con el talento técnico suficiente para integrar estas herramientas; por otro, sí existe infraestructura tecnológica y procesos, pero falta una estrategia clara.
La transformación estratégica del liderazgo
Muchos directivos mexicanos, especialmente en empresas familiares medianas, no están preparados ni cuentan con la visión necesaria para liderar esta transformación. La transformación digital es esencial, pero hay un cambio aún más profundo: integrar inteligencia artificial y métodos de machine learning en los modelos de negocio actuales. Esto implica modificar estructuras que han funcionado durante décadas.
Módulos de apoyo para el empresario mexicano
Es fundamental desarrollar módulos que apoyen al empresario mexicano en este proceso. Transformar una empresa establecida —sea pequeña, mediana o grande— es más complejo que emprender desde cero. Para el emprendedor, todo es crecimiento; en cambio, en la etapa de consolidación, surge el temor a perder lo ya construido.
Oportunidad para empresas nativas digitales
Existen casos de empresarios que han dicho: “Tengo ChatGPT porque mis hijos me hablaron de él, pero no me interesa”. Esta actitud representa una gran oportunidad para las nuevas empresas que nacen como nativas digitales. Aún estamos lejos de contar con una inteligencia artificial que reemplace al ser humano. Hoy, la IA tiene más de artificial que de inteligente.
El parteaguas: agentes autónomos
Sam Altman afirma que el verdadero parteaguas serán los agentes autónomos. Actualmente, la IA funciona como un empleado al que hay que indicarle qué hacer. Requiere instrucciones para ejecutar tareas, y luego es posible mejorar los resultados. Lo ideal sería que, por ejemplo, al recibir un correo con la palabra “ventas” o “compras”, se desencadene automáticamente una cadena de acciones entre distintas aplicaciones: procesar cantidades, enviarlas al almacén, etc.
La autonomía aún no es real
Hoy no existe un investigador de inteligencia artificial que funcione sin supervisión humana. La autonomía plena todavía no se ha alcanzado. El verdadero hito será cuando surja el primer multimillonario que no tenga empleados humanos, sino únicamente agentes inteligentes. Según el MIT Review, estos agentes aún están en pañales: intentan optimizar procesos, pero carecen de información y reglas claras dentro de las empresas.
Riesgos de la autonomía sin supervisión
Permitir que los agentes operen de forma completamente independiente implica riesgos significativos. Por ahora, la IA se utiliza para aumentar las capacidades humanas, no para reemplazarlas. Es necesario pensar estratégicamente en cómo y cuándo emplearla. Existen dos dimensiones clave: el riesgo —derivado de la falta de madurez de los agentes— y el momento adecuado para intervenir.
Automatización con límites
No se recomienda automatizar al 100% sin supervisión, especialmente en redes sociales o en sistemas con acceso a datos personales. La inteligencia artificial aún no posee el filtro racional e intuitivo que permite a los humanos distinguir entre lo privado y lo público. La otra dimensión crítica es el nivel de interacción humana requerido. Estas son las dos variables clave en la matriz de adopción de agentes inteligentes.