En México, la muerte se celebra con color, música y tradición, pero muchas veces se evade su verdadero significado. El Día de Muertos debería ser una oportunidad para reflexionar sobre nuestra finitud, no solo para adornar altares. Para los líderes, enfrentar esta realidad puede ser una fuente profunda de conciencia, propósito y legado.
La evasión disfrazada de folklore
Tenemos dos posturas ante la muerte: confrontarla con profundidad o evadirla entre panes, calaveras y música. El riesgo está en perder el sentido original de la tradición por comodidad emocional.
Negar la muerte es negar la vida
Como decía Octavio Paz, la muerte y la vida son inseparables. Enfrentar la muerte con humildad y conciencia nos permite vivir con mayor propósito, tanto en lo personal como en lo empresarial.
 
															 
															 
															 
								 
								 
								 
								