Cuando la confianza se desvanece, el periodismo se redefine
En un mundo donde la desconfianza hacia las instituciones alcanza niveles alarmantes —el Edelman Trust Barometer señala que 61% de los mexicanos creen que pueden ser engañados por los medios—, el periodismo enfrenta un desafío histórico. La irrupción de la inteligencia artificial ha vuelto casi imposible distinguir lo verdadero de lo falso, obligando a replantear la función del periodista más allá de la rentabilidad: como garante de un bien social.
El cuarto poder en crisis de resonancia
La transformación tecnológica y el auge de las redes sociales han fragmentado la realidad en “cajas de resonancia”, donde cada grupo construye su propia versión de los hechos. Los medios tradicionales no han sabido adaptarse a esta descentralización, debilitando su papel como referentes de credibilidad y como cuarto poder.
Argumentos sólidos frente a la descalificación
A ello se suma la polarización: la incapacidad de dialogar con visiones distintas y la tendencia a descalificar. En este contexto, el rol del comunicador es vital para reducir tensiones y elevar el nivel del debate. La clave ya no es una objetividad imposible, sino la consistencia y solidez de los argumentos que permitan distinguir la seriedad de las ideas frente a los ataques personales.
La pregunta central
¿Cómo pueden los medios recuperar su función social y contribuir a la democracia en un entorno donde la tecnología, la desconfianza y la polarización marcan la agenda?





