Repensar la narrativa generacional
Cada vez es más común escuchar, en distintos foros, que las nuevas generaciones —particularmente los Millennials— no quieren trabajar, especialmente en puestos directivos. Se les acusa de buscar resultados inmediatos sin esfuerzo. Pero quizá no se está haciendo la pregunta correcta: ¿Estamos apelando realmente a los factores que liberan su potencial?
Primer factor: autonomía con confianza
Uno de los elementos que esta generación valora profundamente es la autonomía: la capacidad de actuar, decidir y, sí, incluso equivocarse. Cuando se les brindan herramientas, capacidades y libertad para explorar, el talento joven florece. Un director bancario lo resumió así: “Hazte a un lado, ellos van a llegar a la meta.”
Segundo factor: maestría como vía de crecimiento
Los jóvenes cuentan con habilidades y conocimientos actualizados; dominan herramientas que, en muchos casos, superan a las generaciones anteriores. ¿Se les están dando retos reales que les permitan demostrar lo mejor de sí? La maestría no se refiere solo a la competencia técnica, sino también a la confianza para ejercerla.
Tercer factor: propósito con sentido
El propósito se ha convertido en un concepto recurrente dentro de las organizaciones. No basta con ofrecer una misión institucional; es necesario integrar el “por qué” personal de quienes colaboran. Sin esa conexión emocional, difícilmente habrá compromiso ni impacto sostenido.
Conectar con el talento en tiempos inciertos
En un mundo cambiante y caótico, el talento joven puede ser el motor que reconecte a las organizaciones con una nueva realidad. Si se les brinda autonomía, se les reta desde la maestría y se les invita a construir desde el propósito, se descubrirá un valor mucho mayor al que inicialmente se creía posible.