El 2025 ha puesto a prueba a los líderes empresariales en múltiples frentes, desde las tensiones geopolíticas y la disrupción tecnológica, hasta la creciente polarización social, fenómenos que convergen en un entorno de volatilidad estructural.
Este escenario no es transitorio, sino un cambio permanente en las reglas del juego. De acuerdo con un estudio del World Economic Forum y McKinsey de 2025, el 84% de los directores generales se siente poco preparado para enfrentar las tendencias y disrupciones actuales.
Los resultados confirman que la tecnología y los cambios regulatorios se han convertido en las principales fuentes de riesgo, seguidas por las presiones macroeconómicas, la evolución en las preferencias del consumidor y la escasez de talento, conformando un entorno donde la incertidumbre es ya una constante estratégica.
10 tendencias que se espera representen una amenaza importante o severa para las organizaciones
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Tendencias |
% |
| Tecnología (ciberseguridad, IA generativa) | 52% |
| Cambios regulatorios (ajustes de políticas, cumplimiento normativo) | 51% |
| Dinámicas cambiantes del mercado y preferencias del consumidor | 44% |
| Factores macroeconómicos (políticas comerciales, inflación) | 43% |
| Capital y balances (aumento de tasas de interés) | 43% |
| Personas y fuerza laboral (escasez de talento) | 42% |
| Disrupciones en la cadena de suministro y disponibilidad de recursos | 40% |
| Geopolítica (conflictos internacionales) | 37% |
| Perspectiva pesimista de crecimiento (baja confianza del consumidor) | 32% |
| Globalización (inestabilidades en regiones manufactureras) | 30% |
Fuente: WEF y McKinsey (2025)
En conjunto, estos datos confirman que las empresas operan en una realidad de riesgos múltiples e interconectados, donde la resiliencia organizacional, la agilidad estratégica y la capacidad de adaptación son ya condiciones indispensables para enfrentar estos retos
Una mirada desde la experiencia empresarial mexicana
La Alta Dirección mexicana enfrenta el mismo fenómeno de gestión empresarial con una particularidad adicional: operar entre la presión global y las realidades locales, crecimiento desigual, incertidumbre regulatoria y tensiones sociales, exige no solo visión, sino resiliencia estratégica.
Un ejemplo de esta resiliencia aplicada lo explicó José Antonio Fernández Carbajal, presidente ejecutivo de FEMSA, en su conversación con IPADE.
En ella, comparte cómo la gobernanza, la transparencia y la visión de largo plazo han permitido a la compañía sostener su crecimiento durante décadas, priorizando la cultura, la ética y el talento como motores de adaptación.
“Los problemas siempre nos han generado las mejores oportunidades. Hay que moverse, adaptarse y pensar en el largo plazo.” José Antonio Fernández Carbajal, FEMSA.
👉 Consulta la entrevista completa en el siguiente video:
Su testimonio refleja los retos que enfrentan los empresarios latinoamericanos: mantener orden institucional, visión estratégica y cultura sólida en entornos cambiantes.
El dilema central es crecer en medio de la contención
En este entorno de alta incertidumbre, los líderes enfrentan el dilema de cómo impulsar el crecimiento mientras contienen el riesgo. Esta tensión genera sesgos de decisión que obstaculizan la adaptación organizacional.
El Financial Times identifica tres de los más frecuentes:
- Efecto avestruz: evitar información negativa o compleja.
- Efecto Rashomon: interpretar los mismos datos desde perspectivas contradictorias.
- Miopía táctica: enfocarse en lo urgente a costa de lo estructural.
Estos sesgos explican por qué muchas empresas reaccionan, pero pocas logran transformarse. En contraste, las organizaciones más avanzadas están sustituyendo la reacción por resiliencia, integrando planeación por escenarios, analítica predictiva y mecanismos de decisión ágil como parte de su modelo operativo.
El estudio How Top CEOs Are Navigating 2025’s Perfect Storm of Uncertainty confirma esta dualidad: los directivos se encuentran divididos entre la expansión y la supervivencia.
- 47% cita la volatilidad financiera como su principal preocupación.
- 77% impulsa medidas de eficiencia de costos.
- 48% acelera la automatización mediante IA o robótica.
- Pero solo 31% incrementa la inversión en talento y cultura.
Esa combinación genera una tensión estructural, donde se apuesta por la tecnología mientras se debilita el músculo humano que la hace posible. La productividad crece, pero la capacidad organizacional se erosiona.
En las empresas más resilientes, la gestión de crisis ha dejado de ser un ejercicio reactivo para convertirse en un proceso de aprendizaje continuo, donde cada disrupción se traduce en una oportunidad de adaptación y mejora.
Prepararse para 2026: del control al aprendizaje
Los estudios coinciden en una tendencia estructural en la gestión empresarial. Los CEO están pasando del liderazgo de control al liderazgo de aprendizaje continuo, donde las organizaciones que prosperarán no serán las más grandes ni las más tecnológicas, sino las más lúcidas y adaptativas.
Para 2026, los líderes exitosos tendrán tres rasgos comunes:
- Claridad de propósito en medio del ruido.
- Capacidad de aprendizaje acelerado.
- Comunicación empática que inspire confianza aun en la ambigüedad.
En este contexto la capacitación continua se convertirá en una necesidad estratégica. Los directivos que invierten en su desarrollo fortalecen su capacidad para interpretar la complejidad, anticipar riesgos y tomar decisiones con visión de largo plazo.
Programas formales como el de Perfeccionamiento Directivo de IPADE ofrecen a los líderes la oportunidad de combinar conocimiento actualizado con la experiencia de otros empresarios, generando un espacio de aprendizaje que amplía perspectivas y permite traducir la teoría en acción.
En un mundo donde los desafíos cambian cada trimestre, aprender junto a pares de alto nivel se convierte en una herramienta esencial para navegar la incertidumbre con criterio, claridad y propósito.
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