Decisión tardía pero acertada
Cuando Diego Camargo cursó el MEDEX, tenía aproximadamente 45 o 46 años. Se inscribió en la época de la pospandemia, en el formato blended. Antes de ese momento, él mismo pensaba que hacerlo después de los 35 o 40 años ya no tenía sentido. Sin embargo, por distintas circunstancias —entre ellas la económica— no lo realizó en su momento. Con la pandemia se abrió una gran oportunidad: el formato híbrido.
Cuando llegó esa modalidad, encontró una coincidencia favorable: era algo que podía coordinar con su agenda. Ingresó al MEDEX Regional y, justo a la mitad del programa, cambió a la función de dirección general. Recuerda muy bien que, durante una presentación, expresó: “Quiero ser considerado para ser director general de mi empresa”.
La mejor inversión personal y profesional
En términos profesionales, Diego asegura que ha sido uno de los grandes motores de lo que le ha ocurrido en los últimos años. Considera que, más allá de lo familiar y personal, ha sido la mejor inversión para sí mismo como profesional.
Herramientas profundas para el liderazgo
El cambio más importante que experimentó fue adquirir una gran cantidad de herramientas. Afirma que el Programa deja una “mochila” llena de recursos que permiten resolver problemas profundos, que normalmente tomarían años pulir como ejecutivo. El MEDEX, comenta, impulsa el crecimiento en todas direcciones de forma muy potente.
El simulador y el proceso de toma de decisiones
Cuando mencionaron el simulador, Diego recordó etapas que vivió con mucho entusiasmo. Lo describe como “la cereza del pastel”: espectacular y con huella duradera para el equipo. Una de las primeras lecciones fue sobre el proceso de toma de decisiones. El análisis de decisiones le resultó fascinante, además de ser una de las experiencias académicas más enriquecedoras.
También destaca la importancia del rol del director en el diagnóstico y la toma de decisiones. Aprendió a descomponer procesos y a clarificar cómo abordarlos. Lo que más le dejó el Programa, es que ante situaciones complejas recuerda lo aprendido.
Pensamiento ejecutivo como hábito
Para Diego, estas herramientas se convierten en memoria muscular. Se practican tanto en el Aula, se defienden tanto los puntos de vista, que se vuelven parte de la forma de pensar. En la vida real, sabe cómo abordar problemas de forma efectiva. No es infalible, pero ahorra muchos pasos y tiempo que, sin el Programa, le habría tomado mucho más.
Red de contactos y valor colaborativo
Lo que más valora es que el Programa permite evaluar diferentes ofertas y es “como el BMW de los programas: redondo, 360°”. Ayuda a ser mejor profesional y a conectar con una red de contactos muy sólida: desde el Claustro hasta sus compañeros. Actualmente, comenta, resuelve la mitad de sus problemas a través del chat del MEDEX.
Retorno financiero y personal
En términos financieros, considera que lo más valioso es el impacto interno. Recomienda tener un equipo personal de soporte bien alineado, porque el programa exige mucho, pero asegura que la inversión rinde frutos. Lo describe como un motor profesional que impulsa en todas direcciones.
Reconocimiento en el mercado laboral
Diego señala que los temas del MBA y los Programas de Dirección están muy bien valorados en reclutamiento y selección. Recursos Humanos se enfoca más en habilidades que en títulos académicos. Aunque un doctorado es valioso, las organizaciones prefieren a alguien con las competencias necesarias para liderar equipos de forma competitiva, bajo presión y con procesos claros.
Calidad y visión humanista del programa
Finalmente, destaca que la calidad del Programa es muy potente y con visión humanista alrededor del rol del director. Señala que el proceso de selección es riguroso y que el perfil que se incorpora a las organizaciones es de alta calidad y muy reconocido en el mercado.