Lo que se hace mal, automatizado, se vuelve peor
Muchos procesos existentes arrastran sesgos invisibles. Si se automatizan sin una revisión previa, no solo se perpetúa la discriminación… se amplifica.
Ejemplos que revelan el problema
Por ejemplo, si se evalúa a niños una vez al año sin considerar sus distintas etapas de desarrollo, se introduce una herramienta discriminatoria sin intención. Lo mismo ocurre en las empresas: los sistemas heredados pueden generar inequidad, aunque nadie lo haya previsto.
De la caja negra a una IA consciente
Si se coloca una “caja negra” sobre procesos defectuosos y se automatizan, lo que ya funcionaba mal ahora funcionará más rápido… pero peor. La verdadera inteligencia consiste en usar la IA para detectar sesgos, corregir errores sistémicos y rediseñar procesos desde la equidad.
¿Transformar o repetir errores con más velocidad?
La inteligencia artificial debe ser un vehículo para mejorar los sistemas, no solo una herramienta que acelera errores del pasado. Para lograrlo, es necesario diseñarla con responsabilidad, propósito y, sobre todo, conciencia.