Un mundo en constante cambio
En un contexto tan dinámico como el actual, aprender y reaprender se vuelve esencial. A veces, cuando todo se mueve rápidamente, lo más acertado es detenerse y observar, en lugar de reaccionar impulsivamente. Es como en el fútbol: al inicio, los jugadores intentan seguir la pelota por todos lados, pero luego aprenden que deben mantenerse en su posición, pues la pelota eventualmente llegará a ellos.
Lo mismo ocurre en la vida y en los negocios. Un profesor universitario solía decir que, cuando hay demasiado ruido en el aula, gritar más no soluciona el problema; al contrario, puede intensificarlo. En ocasiones, se intenta apagar incendios sin darse cuenta de que se están avivando las llamas.
La importancia de hacer pausas y reflexionar
El mundo está polarizado, y en medio de la crispación, es fácil caer en la trampa de reaccionar sin pensar. Sin embargo, detenerse, respirar y analizar la situación permite tomar mejores decisiones. Es como en una pelea callejera: quienes intentan separar a los involucrados suelen hacerlo de manera agresiva, cuando lo ideal sería intervenir con calma.
Aprender y reaprender implica salir de la inercia, romper esquemas y abrirse a nuevas perspectivas. Muchas veces se asume que ciertos mercados o productos no son adecuados, pero al cuestionar esas creencias, se descubren oportunidades que antes parecían imposibles.
Espacios de conversación y crítica constructiva
Otro aspecto fundamental es generar espacios de conversación genuinos. En muchas organizaciones, las personas tienden a rodearse de quienes confirman sus ideas, lo que limita la posibilidad de mejorar. Para romper con esta dinámica, es necesario fomentar la crítica constructiva.
Un líder puede convocar reuniones en las que los participantes tengan la libertad de expresar qué aspectos podrían mejorarse. Escuchar diferentes perspectivas, incluso aquellas que desafían las creencias propias, permite identificar oportunidades de crecimiento.