En todo proceso de cambio hay un elemento fundamental. Sin él, no es posible avanzar. Ese elemento, como muchos habrán adivinado, se llama actitud. La actitud es clave en cualquier camino de mejora personal. ¿Por qué? Primero, porque facilita un cambio de mentalidad: abre la mente y permite recibir nuevas ideas. Segundo, porque incrementa la resiliencia, es decir, la capacidad de resistir condiciones adversas y salir adelante.
La llave que abre la mente y refuerza la resiliencia
Muchas veces es la actitud la que permite salir a flote. Una frase del fundador de los scouts, Baden-Powell, lo resume bien: “Cuando te ríes de los problemas, ya los tienes a la mitad solucionados.” Esa, sin duda, es una cuestión de actitud. Además, una buena actitud impulsa la motivación. Iniciar algo con confianza y entusiasmo genera una energía positiva que mueve hacia adelante. Es importante mirar la meta, sí, pero también aprender a mirar a lo lejos.
El poder de ver más allá de la tarea
Existe una anécdota muy conocida sobre los constructores de catedrales góticas. Tres hombres picaban piedra. Al preguntarles qué estaban haciendo, el primero respondió: “Estoy picando piedra.” El segundo dijo: “Estoy preparando una piedra para una construcción.” Pero el tercero contestó con una sonrisa: “Estoy construyendo una catedral donde se rendirá culto a Dios durante siglos.” Él tenía actitud. Y eso marcaba la diferencia.
La actitud también mejora las relaciones interpersonales y contribuye al crecimiento personal. En todo proceso es necesario apoyarse en otros: subordinados, colegas, jefes, clientes, proveedores, amigos y familia. Y para obtener su apoyo, también se necesita una buena actitud.
Una actitud positiva permite disfrutar del proceso. Como dice una conocida frase en inglés: “Struggle is good”. Es decir, las dificultades ayudan a crecer, a levantarse y a perseverar. Con el tiempo, incluso puede disfrutarse esa lucha al saber que se está haciendo algo valioso.
Prácticas que cultivan una actitud ganadora
- Practicar la gratitud. No todo lo que se recibe se merece, y reconocerlo fomenta la humildad. Algunas personas recomiendan hacer una lista diaria de tres cosas por las que estar agradecidos.
- Abrazar el aprendizaje continuo. Estar abierto a nuevas ideas y tecnologías es parte de tener buena actitud. Es inspirador ver a personas mayores aprendiendo a usar inteligencia artificial o herramientas digitales. Eso también es actitud.
- Cuidar el diálogo interno. A veces, el mayor obstáculo es uno mismo. Mantener una mentalidad ganadora ayuda a tomar el control.
- Rodearse de influencias positivas. La psicóloga Marian Rojas las llama personas vitamina: aquellas que inspiran, motivan y fortalecen.