Profesor del área de Dirección de Personal
El caso de Jürgen Klinsmann y es un caso de éxito. Tomó una selección alemana de futbol que había sufrido varios descalabros y tuvo que realizar una serie de acciones para llevarla de nuevo a la liga mundial. Se trata del caso de un líder y los diversos pasos que necesita para llevar a cabo la transformación, un caso que nos hace preguntarnos internamente en nuestra organización qué es lo que debemos hacer para lograr nuestros objetivos.
El caso inicia con una negociación en la que Jürgen Klinsmann decide tomar el reto de aceptar a la selección de futbol, pero vía remota desde Los Ángeles. Sus primeras acciones consisten en darle la oportunidad de elegir a los jugadores cómo quieren jugar los partidos. Transforma entonces el juego defensivo que caracterizaba a esta selección en un juego ofensivo, veloz y agresivo, pero que requiere nuevas capacidades.
Al igual que en las organizaciones, estas capacidades muchas veces las tenemos que buscar fuera del entorno en el cual se han desarrollado. Al momento de tomar la selección, Klinsmann les entrega la confianza al cambiar la sede de entrenamiento y luego aceptar la presencia de las esposas en las concentraciones, lo cual es sumamente disruptivo. También entrega la gestión del juego a los integrantes del equipo: aquellos que sobresalen del resto son los que podrán jugar. Esto también sucede en las empresas, ya que pensamos primero la jerarquía cuando deberíamos pensar en aquellos que son capaces de crear diferencia en la organización.
En una organización puede haber bajas, pero el líder debe promover el ánimo y ciertas acciones que vuelvan a motivar a los colaboradores. En ese momento el director de empresa debe preguntarse quiénes deben formar parte del equipo, quiénes ya están desgastados y a quiénes debe incluir, de tal manera que la recomposición repunte de nuevo hacia el objetivo final.
El caso termina con la selección alemana en el tercer lugar a nivel mundial. A partir de esto podemos preguntarnos si Jürgen Klinsmann logró sus objetivos y podemos concluir que el director de empresa debe tener claridad sobre lo que se espera de los cambios; de otra manera no sabremos si la serie de objetivos que se busca alcanzar se está logrando.
También hay que reflexionar si vale la pena contratar un director tan disruptivo en nuestra organización. Para ello debe existir un consejo directivo que sea responsable y corresponsable de acompañar a este director en su transformación radical, sin dañar el presente de la organización. Entregar todo el poder a una persona tiene implicaciones muy importantes.
El director de empresa tiene que dar autonomía y confiar en los demás, pero al mismo tiempo tener sistemas de control que le permitan gestionar lo que sucede. Los directores tienen una doble personalidad: por un lado, son líderes, y por otro lado son managers; dependiendo la situación deciden cuál es la personalidad con la que deben actuar. El director debe tener una visión magnánima y plantearla a sus colaboradores, crear una coalición que le ayude a gestionar el cambio, establecer una comunicación clara sobre qué es lo que se espera lograr en el futuro, gestionar los riesgos y entender que debe generar capacidades internas, pero también externas a la organización.