Profesor del área de Política de Empresa
La vorágine de los mercados globales requiere empresarios hábiles para la supervivencia emprendedora: ágiles y aguerridos. Deben ser capaces de sortear los constantes cambios a los que se enfrentan día a día.
Para conocer más acerca de las cualidades de los empresarios y, especialmente, de los emprendedores, se han realizado diversos estudios. Estos han revelado las verdaderas características de la personalidad de estos.
Se ha demostrado que en los ámbitos corporativos conceptos como “competencia” y “lucha por la supervivencia”, son constantes en su forma de pensar y actuar.
Emprendimiento y selección natural
Si pensamos en la “Teoría de la Evolución” propuesta por Charles Darwin, los conceptos anteriormente expuestos bien podrían formar parte de ésta. La competencia feroz y descarnada de los mercados, por parte de las empresas y los individuos, se compara con la lucha por la supervivencia en la naturaleza.
Para los emprendedores esto no es nada nuevo. La supervivencia emprendedora de todos los días incluye:
- La lucha por el mercado y los clientes.
- El logro de la calidad.
- La velocidad suficiente para sobrevivir.
- La certeza de enfrentarse con competidores más grandes y con mayores recursos que donde “sólo sobreviven los más aptos”.
Supervivencia emprendedora como base del éxito
Si bien mencionamos que la competencia es un concepto arraigado en el pensamiento de los emprendedores, hay una gran colaboración entre ellos. Suelen compartir experiencias, conocimientos, contactos y capital.
Esto les permite construir un ecosistema mejor preparado para adaptarse a los cambios del entorno y sobrevivir. Esta colaboración, en oposición a la competencia, es una virtud que permite a una comunidad determinada polinizar ideas y experiencias. Como consecuencia, se generan entidades que fortalecen las iniciativas empresariales que dan lugar al llamado “Efecto Multiplicador”.
La competencia y la colaboración son elementos propios de la naturaleza humana. El grado en el que se manifiesta cada uno hace la distinción entre las industrias bien establecidas y los ecosistemas emprendedores.
En las primeras, el mayor atributo de las personas es su espíritu de competencia. En los segundos, la mayor característica es su vocación por compartir y colaborar.
La identificación del emprendedor con otros emprendedores revela que la competencia no es entre ellos, sino con los modelos tradicionales. La colaboración es la fuerza que les permitirá adaptarse, sobrevivir y ser exitosos en el mercado.