Consumir sin poseer: una mentalidad que evoluciona
Tradicionalmente, consumir se asociaba con poseer. Sin embargo, hoy se alquilan casas, se reservan Airbnbs, se rentan autos o se utiliza Uber en lugar de tener un coche propio. Esto no solo transforma la economía, sino que impulsa nuevas formas de generar valor y empleo.
Más allá del prejuicio de la propiedad
El gran cambio de paradigma consiste en romper con la creencia de que “hay que ser dueño de todo”. A veces, lo que se necesita es acceso temporal: por unas horas, días o meses. El uso puntual también es uso pleno.
Ejemplos que cambian el juego: ropa, estilo y practicidad
Durante entrevistas realizadas en Monterrey y Guadalajara, se observó una tendencia clara: muchas personas alquilan vestidos para bodas. Para evitar repetir atuendos dentro del mismo círculo social, los negocios de alquiler realizan análisis detallados sobre los eventos y los asistentes. Este modelo se ha extendido también a la vida diaria, con esquemas de suscripción que ofrecen bolsos o prendas adaptadas al estilo cotidiano.
Fraccionar el lujo: compartir para acceder
¿Se desea una casa frente al mar, pero no es viable mantenerla todo el año? Hoy es posible adquirir solo una parte. Los modelos de propiedad fraccionada y economía compartida permiten disfrutar sin poseer. Es una nueva forma de pensar la pertenencia.
De la construcción al arte: alquilar lo especializado
Esta tendencia no es exclusiva del turismo. En industrias como la construcción, la fotografía o la producción de eventos, el alquiler de maquinaria y equipos especializados ya es una práctica común. La clave está en contar con el recurso justo en el momento preciso.
Consumo responsable: por un planeta más habitable
Desde una perspectiva ambiental, el acceso compartido también promueve un consumo más responsable. Reciclar, reducir y consumir con consciencia son pasos fundamentales para minimizar el impacto ambiental.