En Atenas, cuna de la democracia, existía un mecanismo de gobierno llamado ostracismo. Atenas temía que las personas adquirieran demasiado poder político y concentraran excesiva influencia. Por lo tanto, la asamblea, compuesta por los seis mil ciudadanos de Atenas, tenía la facultad de votar para castigar a un personaje mediante el ostracismo. Este proceso consistía en exiliar a la persona, pero sin privarla de sus derechos políticos ni de sus propiedades. En realidad, al exiliar a alguien, se neutralizaba su influencia política. La idea detrás de esto era que cuando alguien se volvía muy popular o poderoso, podía representar un peligro para el pueblo. Sin embargo, con frecuencia, el ostracismo se utilizaba como una forma de venganza política o ajuste de cuentas. Hay dos casos notables: el primero es el de Temístocles, un político que defendió a Atenas en una batalla crucial que literalmente salvó la vida y la existencia de la democracia. A pesar de ello, más tarde fue condenado y murió en el exilio. El segundo caso es el de Arístides, quien también fue condenado al ostracismo.
Héctor Zagal
Profesor de la Universidad Panamericana, invitado del área de Entorno Político y Social