Profesor del área de Factor Humano
En noviembre del año pasado la empresa Open AI liberó su interfaz llamada ChatGPT, una inteligencia artificial que es capaz de decodificar textos, interpretarlos y establecer conversaciones con memoria, por lo que va recordando las interacciones con los usuarios. La primera semana tuvo más de un millón de usuarios y a la fecha se estima que lo están usando más de 250 millones de personas diariamente, rebasando el récord de cualquier otra red social.
Esto representa un hito en términos de inteligencia artificial, término que fue acuñado en los años 50. En aquella época la mejor evidencia de esta tecnología eran los traductores, ya que estos no solo toman palabras de un idioma y las convierten, sino que introducen el contexto de la conversación. Pasaron décadas para que Google, aprovechando una cantidad enorme de información, pudiera lograr mejores traducciones.
ChatGPT representa una versión muy superior a estas cosas porque es capaz de alimentarse de una base de datos muy grande, interpretarla y a través de elementos heurísticos y estadísticos, ir proponiendo modelos de conversación que parecen humanos. La app puede sintetizar y escribir un libro, establecer ideas principales para armar una presentación o sugerir rutinas de ejercicio a partir de datos que tú le proporcionas.
Esto parece divertido, pero también puedes solicitar que establezca un perfil financiero, y si eres capaz de formular las preguntas adecuadas, el software puede arrojar resultados sensibles sobre la información matemática que sugeriste de forma muy rápida. Es por todo ello que ha generado mucha polémica.
Estas IA pueden entrar en dilemas éticos como los derechos de autor, cuestión que ha implicado, por ejemplo, a varios artistas visuales ya que actualmente existen apps que pueden generar contenido visual a partir de ciertas bases de datos y estilos precargados, sin mencionar lo que esto implica en cuestiones laborales y creativas por los años de trabajo y experiencia que requiere una persona para obtener los mismos resultados.
Esta inteligencia apenas está en sus fases iniciales y probablemente va a repercutir a nivel empresarial los siguientes años, en los que vamos a ver un avance impresionante de estas tecnologías. Se habla de que muchas personas van a ver comprometida su oportunidad laboral, lo que genera mucho debate.
Sin embargo, hay un tema del que se habla poco y tiene que ver con la vida personal. Hace más de veinte años la vida era muy diferente y no nos hemos percatado. Muchas dinámicas fueron cambiando en la medida que los medios digitales y la accesibilidad a través de los teléfonos celulares formaron parte de nuestras vidas, lo que provocó un cambio en la conducta de la gente.
Una estadística reciente realizada por estudiosos de Princeton demostró que el uso indiscriminado de Redes Sociales ha provocado en la juventud americana un mayor índice de individualismo, disminución de la empatía y a favorecer comportamientos poco morales o éticos; probablemente el uso constante de las IA va a seguir esta tendencia, teniendo repercusiones sociales. Pensar que podemos evitar el arribo de las IA es absurdo, más bien hay que aprovecharlas y tomar el debate con las manos; poner por delante los elementos que nos parecen más importantes. La tecnología puede restar, pero también sumar oportunidades de trabajo.