A finales de los años 60s, en Fenix, Arizona, las personas buscaban alimento en los contenedores de basura para su familia. Es así como nace el modelo de los bancos de alimentos y comienzan a surgir en nuestro país a finales de los 80s. En 1995 nace la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos.
La Red BAMX la conforman 54 organizaciones con 1,300 colaboradores dedicados a hacer alianzas para rescatar el alimento y evitar que se desperdicie. Nos encargamos de hacer esta recuperación de alimento y lo llevamos a los bancos de alimentos para integrarlo en paquetes alimenticios del mayor valor nutrimental posible y destinarlo a la población vulnerable.
Contamos con alrededor de 5000 voluntarios que entregan su tiempo y su talento para acabar con el hambre en México. Hoy casi dos millones de personas se ven beneficiadas con el trabajo que hacemos. Con este esfuerzo, Red BAMX rescata 135 millones de kilos de alimentos al año, pero sigue siendo menos del 1% del desperdicio total. Llegamos a dos millones de personas cuando somos 29 millones en México.
Tenemos presencia en 30 estados de la República. Queremos generar confianza con empresas de cualquier tamaño, incluso aquellos que no son del sector alimentario. Si queremos alcanzar desarrollo económico, mejores empleos, mejores condiciones de salud y educación, tenemos que mejorar la alimentación y asegurarnos de que ese derecho constitucional esté garantizado para todas y todos.
Nuestro impacto no es menor, pero tenemos que construir un camino que genere confianza. Lo que buscamos es insertarnos en los modelos y cadenas de valor de las empresas para mejorar inventarios ociosos y que la cadena no termine en el desperdicio de alimento. Queremos generar valor a partir de producto donado que además es deducible de impuestos. Estos ajustes al interior de las empresas son un reto importante.
También queremos diversificar la forma en que hoy trabajamos con diferentes sectores, volvernos parte del plan de sustentabilidad de las organizaciones. No solo colaboramos con la entrega y transporte del alimento, sino trabajamos en conjunto para acceder a las comunidades. Para ello se realiza un diagnóstico comunitario y contamos con un sistema de monitoreo para saber dónde se encuentran los polígonos de pobreza.
La intervención de las comunidades no consta solo de la entrega de alimentos, sino de programas nutricionales, de empleabilidad y una variedad de otras intervenciones comunitarias, con la finalidad de que se cubra esa necesidad que tenemos como seres humanos.
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