Las personas que ejercen un tipo de liderazgo, ya sea porque son directores o directoras de su empresa, o porque tienen gente a su cargo, son tomadores de decisiones; quienes lideran toman decisiones por los demás. Pero muchas veces no basta con tener una capacidad muy ágil para tomar decisiones, una inteligencia que me permita leer el entorno o una idea de cómo llevar a mi empresa hacia el mejor rumbo si no soy capaz de comunicar esas ideas a quienes lidero.
Liderar es persuadir. Dentro de las muchas habilidades que necesitamos desarrollar para ejercer nuestro liderazgo, el uso de la palabra y la comunicación persuasiva se ha dejado un poco de lado por miras al desarrollo de la técnica, del conocimiento profesional, de la experiencia en la industria, pero la capacidad de comunicar es esencial. Hoy en día habitamos en un entorno en el que las figuras de autoridad viven en cierta crisis; pensemos en el ámbito de la política y de la empresa, los y las líderes tienen un reto que es el de poder conectarse con los demás.
Hoy en día no basta que un jefe o una jefa te dé órdenes, la persona que es líder debe comunicar de manera clara y empática, generar credibilidad y adaptarse a su entorno o las circunstancias.
El entorno VICA es un entorno que habitamos, es altamente volátil, incierto, complejo y ambiguo. Con un entorno como este no basta con decir las cosas de manera única y concreta, necesitamos dar razones, conectar con las motivaciones de las personas. Aristóteles viene a facilitarnos la vida con una de las técnicas más antiguas que es el arte de la retórica, la facultad de reconocer en cada caso qué es aquello que va a persuadir de la mejor manera. Para ello nos da tres tipos de argumentos:
El argumento lógico (logos), ya que para persuadir necesitamos hacer sentido y ofrecer argumentos; pero tener la razón no basta, necesitamos emocionarnos y de ahí viene el segundo argumento: el pathos, la capacidad de empatizar, de emocionar a los demás; el tercer tipo de argumento es el ethos, es decir, los argumentos éticos o del carácter, la congruencia que requieren los líderes; un cuarto elemento es el kairós, es decir, la prudencia o pertinencia.
El líder es, según Aristóteles, benevolente, virtuoso y habla desde el sentido común. Debe dialogar no de manera vertical sino horizontal. Liderar es poner en el centro de todos nuestros esfuerzos a quienes nos escuchan. El líder es un animal social y por lo tanto debe persuadir a los demás.
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