En 1970 llegué a estudiar al IPADE desde Mexicali. Cuando una persona ha terminado una licenciatura, trabajado por un tiempo y se da cuenta que quiere aprender algo más, como el MEDE, es porque se considera alguien diferente. Sin duda, cada uno de nosotros, a su manera, era realmente especial. Llegamos a reunirnos en este recinto de estudio, competencia y amistad.

El IPADE rápidamente se convirtió en un lugar excepcional para mí. Me fueron cautivando los temas, los principios y valores expresados, el método del caso y el conocimiento de profesores y compañeros. Me admiraba que se hablara del factor humano como el elemento esencial de cualquier compañía o empresa. El que mis compañeros fueran de diferente formación profesional fue también una riqueza para mí.

Sin embargo, también hubo retos. En la primera sesión plenaria del Master en Dirección de Empresas (MEDE) me llevé la sorpresa de que era la única mujer en el grupo (tal vez mis compañeros se llevaron la misma sorpresa al verme). Mientras avanzaba la sesión yo seguía esperando que llegaran más alumnas; a mí ni siquiera se me había ocurrido preguntar si habría otras mujeres. A pesar de que en mis estudios de ingeniería y en mi trabajo también fui la única mujer, pensaba que habría más mujeres estudiando una maestría, sobre todo en la capital.

Afortunadamente, me tocó un equipo de trabajo maravilloso, el Grupo 2, con el que compartía todo ese nuevo conocimiento y experiencias. A pesar de que no me era fácil participar en las sesiones plenarias y en ocasiones no me sentía tan incluida por ser la única mujer, en este grupo de trabajo me podía expresar francamente y sentirme valorada. Se convirtieron en amigos para toda la vida.

Doy gracias a los maestros y las personas que fundaron el IPADE para promover grandes cambios en el terreno de la empresa por la formación recibida y la oportunidad de aportar mi perspectiva y conocimiento al grupo. No he dejado de pensar en los últimos años que, si en el grupo hubiera habido más alumnas, mi enriquecimiento hubiera sido mayor. Espero que para mis colegas, el haberme tenido como compañera los haya impulsado a buscar más diversidad y participación femenina en sus empresas. Hoy en el MEDE cerca del 45% de los alumnos son mujeres.

Es un gusto celebrar 50 años de graduados con mis compañeros. Agradezco a Dios especialmente que me puso en este camino. Ha sido un privilegio encontrarlos y conocerlos. Con los años he descubierto que nadie es especial por sí solo. Somos especiales porque hay otro con quien nos encontramos, alguien que nos mira. Durante la maestría conocimos una parte de nosotros que tal vez ya pasó. Aunque hayamos cambiado y no tengamos los mismos atributos, las personas que nos quieren, las amistades, nos siguen viendo como cuando nos conocieron.

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