Profesor del área de Factor Humano
El emprendedor social.- Hay quien ve al emprendimiento social como una modalidad en el desarrollo de cientos de startups. Sin embargo, se le puede ver como una evolución natural de la misión social del empresario.
Sin duda alguna, uno de los principales agentes catalizadores del Bien Común es el emprendedor. La iniciativa empresarial es, por naturaleza, una acción que transforma su contexto y que impacta en la calidad de vida de los involucrados directa o indirectamente.
Pero el impacto tradicional del emprendedor ha recibido un impulso gigantesco en el último siglo con el desarrollo de las tecnologías digitales. Anteriormente, la iniciativa empresarial impactaba directamente a su contexto social más inmediato y a las vidas de colaboradores y asociados. El producto podría tener un alcance geográfico mayor y contribuir al mejoramiento de las condiciones de muchas personas, pero siempre restringido por distancias físicas.
Desde hace algunos años, estos límites geográficos han sido superados a tal grado que ya no representan prácticamente ningún obstáculo para el emprendedor moderno. Las tecnologías digitales permiten dar al emprendedurismo actual un alcance global y un impacto social mucho mayor al que le permitían las estructuras previas a la explosión digital.
La multiplicación de los emprendedores
Un reporte especial del 2014 publicado por la revista The Economist compara el emprendedurismo moderno con la explosión cámbrica de hace 540 millones de años. En ese momento, las formas de vida terrestres comenzaron a multiplicarse, de manera que, de ser un planeta habitado sólo por esponjas y formas de vida primitivas, la Tierra se convirtió en hogar de diversísimas especies animales.
En la última década, algo similar ha sucedido en el mundo digital. Las startups digitales están surgiendo a un ritmo efervescente, ofreciendo una variedad amplísima de servicios y productos. Para explicar la explosión cámbrica se dice que en ese momento las piezas fundamentales de la vida se habían fortalecido y consolidado, permitiendo el ensamblaje y evolución de organismos más complejos.
El mundo digital ha evolucionado de tal manera que crear sistemas digitales es cada vez más sencillo y accesible. Con un acceso tan fácil a estas herramientas que le proveen de un impacto extenso y considerable en su entorno, el emprendedor moderno adquiere una responsabilidad especial por buscar mejorar las condiciones vitales de quien pueda entrar en contacto con su iniciativa.
No debe confundirse esta solidaridad con el mero altruismo, pues no consiste en sólo dar lo mínimo para satisfacer una cierta sensación de responsabilidad social. El emprendedor debe actuar como si el conjunto de la sociedad en que se desempeña y el conjunto de personas que existen alrededor de su iniciativa fueran copartícipes de un quehacer colectivo.
Uno de los aspectos más característicos de la nueva generación de emprendedores es su conciencia de las necesidades sociales del entorno. El nuevo emprendedor no es sordo ante las injusticias sociales, pues la revolución tecnológica y mediática ha hecho evidentes las polarizaciones económicas, sociales y políticas que afectan al mundo.
La nueva generación de líderes que buscan emprender identifica una misión trascendente como su motivante último. Antes que el mero enriquecimiento económico, las iniciativas de los nuevos emprendedores reconocen la necesidad de una misión de mayor impacto y profundidad en el tejido social de su entorno.
Hay que añadir que, en esta tarea, el líder emprendedor no está sólo. En cierto sentido, el entorno empresarial y tecnológico permite y facilita la colaboración eficaz entre emprendedores sociales y corporaciones, creando valor social sin necesidad de sacrificar la generación de valor económico.
En esta relación, los negocios y corporaciones consolidadas ofrecen gran escala, conocimiento operativo y logístico y los recursos financieros. A su vez, los emprendedores sociales ofrecen costos bajos, redes sociales extensas y fuertes, y un entendimiento profundo de clientes y comunidades. A esta relación virtuosa se le ha llamado Cadena de Valor Híbrido (HVC por sus siglas en inglés), caracterizada por capitalizar fortalezas complementarias para incrementar beneficios y disminuir costos.
El concepto de HVC se desarrolló en los 80 por Michael Porter y un grupo de consultores de McKinsey, reemplazando el sistema tradicional de negocios que sólo se ocupaba de diseñar un producto, crearlo y venderlo.
Casos de emprendedor social
Un ejemplo exitoso de emprendimiento social a través de Cadenas de Valor Híbridas es la relación entre un grupo de iniciativa privada y Amanco, una empresa productora de piezas para trasladar agua. Los particulares convencieron a la empresa de que los campesinos mexicanos eran una buena oportunidad de negocio, de manera que se asociaron para organizar a los campesinos en grupos de microcrédito, promoviendo e instalando tecnologías de irrigación.
Estos emprendedores sociales lograron ayudar a los campesinos a conseguir financiamiento para pagar los productos de Amanco, generando un mercado de 56 millones de dólares anuales y mejorando los ingresos de los productores.
El emprendedurismo social hace suyo el sentido de responsabilidad social y la misión de mejorar las condiciones del entorno para generar valor. Esto implica un proceso de definir, proveer y comunicar el valor particular de la iniciativa, que puede llevarse a cabo en distintos rubros: energías limpias, tecnología móvil, agua, salud, etc.
El éxito de la cadena de valor híbrido dependerá del compromiso de los emprendedores, que deben estar listos para asumir riesgos y retos y estar convencidos del valor de su propuesta. El impacto y valor tan extendido que puede llegar a tener el emprendedurismo social es tal que el club de emprendedores sociales (Social Enterprise Club) en Harvard ha reemplazado al de Finanzas y Administración como el más popular en el campus.
Según un artículo de Harvard Business Review de 2010, las HVC pueden incluso crear nuevas industrias, no sólo consolidarlas, si cumplen con algunos criterios:
- El negocio tiene potencial de gran escala y de cruzar fronteras. El impacto puede alcanzar millones de vidas.
- El emprendedor social trabaja en conjunto con empresas con fines de lucro para generar valor diverso: las compañías y ONG capitalizan su conocimiento para generar un valor que no podrían crear de manera separada
- El costo del servicio es suficiente para asegurar la sustentabilidad y la escala de la iniciativa. No es una acción filantrópica ni caritativa, por lo que el costo del servicio o producto debe ser adecuado.
- Una idea que cambie el sistema pone las bases para una nueva competencia. La idea de los microcréditos de Muhammad Yunus en 1980 ha evolucionado para incluir productos de cuidado a la salud y seguros, además de servicios financieros.
Otro ejemplo elocuente del potencial positivo del emprendedurismo social es el caso de la ciudad colombiana de Medellín. Durante dos décadas, la sociedad medellinense sufrió los efectos perniciosos del narcotráfico y los altos índices criminales de la ciudad. Sin embargo, en 2003 la elección del alcalde Sergio Fajardo comenzó una tendencia de cambio cultural, consolidando la clase empresarial. Se realizaron alianzas entre universidades, compañías, emprendedores, ONG y otras instituciones para generar una estrategia de prosperidad inclusiva.
Fajardo adoptó como estrategia la construcción de bibliotecas públicas que mejoraran el panorama estético de algunos barrios pobres y estableció programas de microcrédito para ayudar a los pobres. Elevó el porcentaje de inversión en educación del presupuesto gubernamental a un impresionante 40%, además de invertir $17 millones anualmente para estimular el emprendedurismo.
La estrategia conjunta del gobierno de Medellín, los emprendedores, las empresas y las ONG fue tan efectiva, que Medellín se volvió una ciudad estadísticamente más segura que Washington D.C. El entorno empresarial y social de la ciudad se consolidó a tal grado que las condiciones sociales son completamente distintas a las que vivía anteriormente.
El caso de Medellín hace evidente que, para realizar una estrategia exitosa es necesario hacer un diagnóstico del nivel de madurez del ecosistema emprendedor en la sociedad que incluya varios elementos: fortaleza de las instituciones públicas y privadas relacionados con el emprendedurismo, ausencia de barreras estructurales, posibilidad de asumir riesgos, fuentes de capital, adecuada infraestructura pública de transporte y comunicación, entre otros.
Los desarrollos tecnológicos contemporáneos extienden de manera considerable el alcance del impacto que el emprendedor social puede tener. El internet es una herramienta invaluable para eliminar pasos intermedios y poner en contacto directo a un empresario con su objeto social último, sin necesidad de terceros.
Especialmente, su potencial para sacar del aislamiento absoluto a comunidades pobres y marginadas, en ubicaciones geográficamente incomunicadas con las grandes ciudades, representa una oportunidad especial para los emprendedores sociales. Muhammad Yunus compara el potencial liberador de los microcréditos con el del acceso al internet.
Un empoderamiento similar al que recibe un campesino gracias a un microcrédito es el que le provee el acceso al internet. Anteriormente, los pequeños productores y agricultores no tenían acceso a la información esencial de su rubro (precios, equipo, sistemas de irrigación, etc.). Con un teléfono inteligente que tenga acceso a internet, tienen la posibilidad de comparar precios de mercado y hacer llamadas para negociar el precio más justo.
Las consecuencias positivas de esta alternativa no se reducen a la esfera individual del campesino: podrían incluso comenzar a detener la migración masiva de los campos a las ciudades.
Estos ejemplos hacen evidente que el emprendedurismo social se compone de iniciativas innovadoras que ayudan a mejorar las condiciones del entorno. La misión social del emprendedor no está peleada con la generación de bienes económicos, incluso requiere de ellos, pues la sustentabilidad financiera es esencial para la supervivencia de cualquier negocio.
Es cada vez más evidente que el concepto de Responsabilidad Social Corporativa, muy en boga en el mundo empresarial contemporáneo, puede traer beneficios reales a las empresas. Uno de los resultados favorables más valiosos de la RSC es su potencial como fuente de innovación, ventajas competitivas y valor social.
Extracto adaptado de: Hacia un capitalismo humano y emprendedor.
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